0 Carrito
Añadir al carrito
    Tiene artículos en su carrito
    Tiene 1 artículo en su carrito
      Total

      La restauración del pueblo de Dios - Robin Prijs

      El corazón de Dios no contiene ningún deseo de destrucción de ningún ser humano. Su amor por nosotros tiene tal profundidad y amplitud que no se puede medir. Pero se puede entender y captar, como dice claramente la Palabra en Efesios 3. El hermoso corazón de Dios tiene el deseo de la salvación, sanidad, liberación y restauración del hombre. Ese deseo se expresa en todo lo que Él hace por nosotros, pero especialmente en el enorme sacrificio de Su Hijo, Jesucristo. Su precioso Hijo fue despreciado y rechazado por los hombres, torturado y crucificado por nuestras iniquidades. A través de ese sacrificio, Su gracia fue liberada para nosotros. Ahora podemos ser libres de las garras del pecado. Totalmente libre. Hay gracia y perdón, descanso para los cansados ​​y esperanza para los quebrantados de corazón. En este proceso de restauración, se trata de encontrar quiénes somos. Cuando nuestros corazones están verdaderamente abiertos a Dios, lo primero que notaremos es la naturaleza carnal de nuestro corazón y todo lo que vive en él. Esa revelación está lejos de ser agradable, pero es necesaria. En primer lugar porque nos muestra la necesidad de cambiar, y en segundo lugar nos revela el verdadero valor de Su gracia para con nosotros. Una vez que sepamos exactamente lo que Él nos ha perdonado, entenderemos el valor de Su gracia, y por eso podremos entender Su amor por nosotros. Podemos tratar de cambiar nuestras formas, pero nunca lo lograremos, mientras la raíz del problema siga intacta. Esa raíz es nuestro propio corazón. Todos tenemos la tendencia de primero hacernos perfectos e irreprensibles, antes de ir a Su presencia. Queremos ofrecerle una vida que le sea agradable. Pero eso es un error lógico. No eres tú quien es capaz de cambiar tu corazón. Solo la Palabra de Dios puede y hará eso. Ya sois queridos y amados por vuestro Creador. Cuando la Biblia habla del arrepentimiento, no habla de sus intentos de esforzarse al máximo para dejar de cometer pecados. Habla de cambiar la forma de pensar. Habla de alinear tus pensamientos con la Palabra de Dios. Solo la Palabra de Dios tiene el poder de cambiarte de adentro hacia afuera. Ese es el tipo de cambio que perdurará y te conducirá a la restauración completa que Él prometió.